miércoles, 24 de agosto de 2016

MicroRelato: Rostro de una desconocida



Mírate en un espejo, observa tu sonrisa. Observa tu rostro nuevo, que nunca te podrán quitar. Limpia tus manos ensangrentadas y deja limpio el lavabo, no dejes rastro alguno, de todas formas que más da, si así jamás te reconocerán. Siento dicha dentro de mí y sé que siempre en el futuro la sentiré, porque Dios me ha marcado con su mano divina. Ahora si soy yo, ahora mi reflejo es el verdadero, ahora mi cara es la que es.

Con las yemas de mis dedos toco mi frente, tengo un cutis y una piel muy suave, seguidamente paso mis dedos por mi nariz explorándola como si fuera una ciega, reconociendo mi nuevo rostro, mis emociones aumentan y mis lágrimas amenazan con salir, pero no, no lo haré nunca más, porque por fin soy feliz y tengo todo lo que quiero.

Pero como todo en mi vida esa felicidad me dura poco, observo como algo se desliza por mi mejilla a la altura de la mandíbula un ligero líquido comienza a caer, toco para averiguar qué es y parece sangre. Acaricio el preciado líquido entre mis dedos y paso un poco por la punta de mi lengua para probar y confirmar que si, efectivamente es sangre.


¿Por qué me sale sangre de los pómulos?, observo rápidamente donde me encuentro, un cuarto de baño desconocido para mí. Hecho un paso hacia atrás alejándome del lavamanos y tropiezo con algo que hay en el suelo. A mi lado, ahí el cuerpo de una mujer joven inerte boca abajo, me acerco a ella y la toco para comprobar si está bien, no obtengo respuesta, la muevo para ayudarla y al girarla su rostro no está, solo le veo músculos, mucha sangre y aparto mi vista. 

¿Quién demonios es esa mujer?, ¿y dónde demonios estoy?. 


Me incorporo asustado y vuelvo a ver mi imagen en el espejo, entonces todo vuelve a tener sentido en mi cerebro y recuerdo todo lo ocurrido desde esta mañana.

Me levanto como cada día al sonar mi despertador, me preparo mi ropa, me ducho lo más rápido que puedo, me visto y me marcho dirección al trabajo. La carrera de derecho que curse en la universidad, me permitió estar trabajando cada día en el despacho que mi padre y sus socios habían montado, muchas veces me agobia pero es lo que mis padres escogieron para mí y debo resignarme a ello. 


Ya en mi oficina mi secretaria me informa que la nueva chica que ocupara su lugar mientras ella está de baja por maternidad llegara en breve, le sonrío y le asiento con la cabeza diciéndole que me la presente nada más llegar. Y cuando ella entro en mi despacho todo cambio para mí. Era yo, era mí ser, era mi rostro perfecto, el que siempre había deseado.

Se quedó junto a mí todo el día, mientras le daba instrucciones de cómo llevarme todos mis papeles, la invite a comer, me gane su confianza y acabe en su casa literalmente arrancándole su cara. No podía creer lo que había hecho, la miraba en el espejo pero no era yo, mi mente racional me hizo quitarme su rostro del mío dejándolo caer sobre su cara, como pude se la volví a colocar, apartándome y saliendo del baño.

Me siento en su cama y aun podía observar el superior de su cuerpo frente a mí, ¿qué había hecho?, ¿qué debía hacer ahora?, no quería ir a la cárcel, pero iría de cabeza eso estaba claro, todas mis huellas estaban por toda su casa, hasta supongo dentro de ella porque habíamos follado. Era un mal nacido, no merecía vivir, debía acabar con todo, sin pensarlo, cogí el bisturí que había utilizado para quitarle su rostro y corte mi cuello. 

FIN


(Gracias a hablandoconletras.es por darme la oportunidad de participar en su concurso y por haber quedado finalista, yo ya con eso fui ganadora.)

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