sábado, 5 de agosto de 2017

Relato: Pueblo De Malditos


El teléfono sonaba insistente dentro de mi casa, yo, fuera de ella, no podía salir de la piscina abandonando a mi hijo que le estaba enseñando a nadar. Mi mujer aun no llegaba de comprar en el supermercado, así que me estaba poniendo nervioso por no poder contestar, aunque debía de haber hecho caso a mi mujer y a ver apagado el teléfono, sus palabras seguían resonando en mi cabeza; «Cariño, si estas de vacaciones, estas de vacaciones, apágalo y seremos felices aunque solo sea por un mes completo».


Tenía toda la razón y debía haberlo hecho pero pudo más mi sentido del trabajo, de ser responsable, de estar pendiente de mi jefe y lo deje encendido, en fin….que ahí seguía escuchándolo sonar y yo sin poder ir. La salvación se presentó al oír la voz de mi mujer.

—¡Cariño… ya estoy en casa!

—Coge el teléfono amor, está sonando hace rato.

—¿Así es como me recibes?, que tal un… «Hola amor yo te extrañe también, o yo también te quiero… o…

—¡Quieres coger el teléfono puede ser importante!

A regañadientes me hizo caso y llego tarde, había dejado de sonar, yo, ya salía de la piscina sacando a mi hijo, ella me dio mi teléfono sin decirme nada más mientras cogía a mi hijo en brazos y se iba hacia dentro de la casa.

Observe en la pantalla de mi móvil, que era mi jefe el que me estaba llamando, él sabía que hoy comenzaba mis vacaciones pero si insistía era por algo importante.

Mi trabajo podía ser muy duro, arriesgaba mi vida por los demás, debía de viajar mucho y estar días fuera, también no debía engañarme y reconocer que yo prácticamente lo había convertido en una obsesión, la protección privada nos hacía a mí y a mi familia vivir muy holgadamente pero la lejanía que tenía que tener, estaba haciendo mella en mi matrimonio, mis hijos, apenas tenían padre, tenía dos, una niña de 10 y el pequeño con 4 años que ni siquiera pude verlo nacer. 

Le di a rellamada…

Siento molestarte Leo, son tus vacaciones y lo entiendo, pero necesito que me hagas un favor.

No se preocupe señor, dígame que le pasa y procurare hacer bien mi trabajo.

Eso es bueno, muy bueno, eres el mejor agente que tengo.

Dígame señor, ¿a qué país me va a mandar ahora?

No, a ninguno, esta vez es algo más sencillo, te quedas en España, acabo de adquirir una propiedad en Errenteria y quiero que vayas a ella. La revises tanto por fuera como por dentro y te dirigirás a una dirección que te voy a indicar para que le digas que comience con la nueva construcción del hotel. Te voy a mandar todos los datos a tu teléfono y así no tendrás problemas de llegar.

—Vale, entendido, ¿entonces esta vez no habrá nada raro?

—No, no, todo bien y sin problemas.

—Bien, ¿puedo llevar a mi familia?, porque cuando se entere mi mujer pondrá el grito en el cielo.

—Por supuesto, haz lo que creas conveniente, te aseguro que esta vez no habrá nada fuera de lo común.
  
—Perfecto, gracias jefe.

—De nada, ya me iras informando.

Colgué la comunicación y suspire profundamente, ahora solo me queda convencer a mi mujer de ir  a…


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